Los profesionales de la salud estamos ampliando nuestro campo de actuación, desde hace ya muchos años, no sólo nos limitamos a “curar” a eliminar síntomas, sino que nuestro reto se amplía a dotar a los pacientes de una mayor calidad de vida. Este nuevo planteamiento, acorde a la definición de salud de la OMS, que concibe ésta como “un estado de bienestar físico, psíquico y social y no sólo la ausencia de síntomas”, nos obliga a esforzarnos por ayudar a nuestros pacientes, clientes o usuarios a ser más felices.
En que consiste ese bienestar. Bajo mi punto de vista hay 5 variables claves que constituyen este estado de bienestar:
La estimulación positiva: las personas tenemos que tender a realizar actividades que nos resulten placenteras y satisfactorias por el mero hecho de hacerlas: leer un poema, beber una copa de vino, recibir un masaje, ver una película… Es un planteamiento centrado en la búsqueda del placer.
Entrega: La segunda clave del bienestar es la entrega, entendida como dedicación a una causa, a una empresa o a una actividad de ocio. La entrega se concibe como un fluir durante el acto en el que no somos conscientes de lo que hacemos, nos dejamos llegar y sólo, al terminar la actividad disfrutamos de lo que hemos hecho.
Sentido: El sentido de lo que hacemos es la tercera clave, ¿Para qué hacemos las cosas? O dicho de otro modo ¿Hacemos lo que debemos? Acompañar a un hijo a un parque infantil, nos aportará, a la mayoría de nosotros, poca estimulación positiva y poca entrega, sin embargo nuestro deber de padres hace que esa tarea tenga sentido.
Relaciones positivas: Somos animales sociales y necesitamos por lo tanto relacionarnos con otras personas y establecer redes positivas que nos estimulen emocional, intelectual y moralmente. Sin estas relaciones sociales nunca alcanzaremos el estado de bienestar.
Logro: la última característica del bienestar es la capacidad de alcanzar metas, de lograr lo que nos proponemos, ya sea esto una gran hazaña o una cuestión más sencilla. Lo importante es proponernos cosas y lograrlas.
Sólo desde un estado de bienestar personal, podemos aspirar al cambio y al crecimiento personal.
Este esquema es aplicable también al mundo empresarial, así los empresarios que alcanzar el bienestar, son capaces de:
Disfrutar de las cuestiones propias de su trabajo, de experimentar estimulaciones positivas asociadas a su actividad empresarial.
Entregarse a la actividad laboral y dejarse llevar y fluir con proyectos que después verán su fruto, empresarial y personalmente.
Sentido: dotar a su organización de un sentido, una misión más allá que el mero interés por ganar más.
Relaciones sociales: establecer redes de contacto social que nos aporten valor personal y empresarial
Lograr objetivos, metas y fines que hagan que la dedicación empresarial tenga valor y sentido.