En 1987 abrí mi despacho de psicología, desde entonces han cambiado muchas cosas, en mi vida personal y en la profesión, pero la pasión por la psicología permanece intacta. Creo en el valor de las personas y desde este paradigma enfoqué mi quehacer diario: ayudar a las personas desde sus valores personales.
Sigo creyendo en el análisis funcional de la conducta como la herramienta clave de mi actividad profesional, utilizo un riguroso sistema de evaluación que me guía en el tratamiento más adecuado para cada paciente.
La atención personalizada, adecuar las técnicas a las personas y el respeto incondicional a los pacientes son los pilares de mi método de trabajo.